CINCO ESQUINAS

Cuando deje mi barrio
sentí una angustia tan cruel
que no paso mucho tiempo
yo ya quería volver.

Allí en el callejón
que está entre las calles
Coata y Huari, en esa
querida esquina, te declaré
mi amor, que era un compromiso
de llevarte a un altar cercano,
Iglesia Santiago Apóstol del Cercado.

Allí en esa misma esquina
que estaba llena de adoquines
que nos apretábamos nuestras manos
y nos besamos intensamente con locura
imposible olvidar esos años de frescura.

Elsa, tu nombre y tu rostro
imagen angelical divina
no había momento en el día
que no mencionara tu nombre, Elsa
que suena a ilusión, como
una canción de amor inolvidable.

Mucho tiempo después de alejarme,
he vuelto a mi Cinco Esquinas
mi barrio querido y no lo he reconocido,
está completamente desolado, triste, inhóspito
tampoco he encontrado al “cabezón” García
ni al “Chueco” Elías, lo mismo que al “panzón” Miguel
Lopez, Gaby Samanamub la barra del “Chino” Ueso y Joselito el anticuchero
de la calle Ancha también se mudaron.

El olvido tiene origen en el tiempo y la
Distancia que se logra con la ausencia
Física, pero son imborrables en la mente
y en el corazón, que esta
henchido de amor por ti querida Elsa.

Elsa, soy el eterno inquilino de tu corazón
que esta al dia con los recibos de amor
que con limpia ternura evoco tu nombre
y el recuerdo de cinco esquinas, es la materia
indeleble, que con insondable pasión
te llevo en el mismo lugar de amor
donde muchas veces se pierde la razón.

Tomábamos el “Urbanito” el tranvía del barrio
que recorría el Jirón Miro Quesada y cuando
llegaba a los Naranjos y ahí bajabas yo te
estrechaba entre mis brazos con el beso
de cumplido muy seguido.

En setiembre del año 1967
la Municipalidad decide cerrar
todas las vías de tranvías de Lima
que habían en está 3 veces coronada Villa.

El día 28 de setiembre que se festeja
a “nuestro señor del costado”.
El urbanito iba hacer el último recorrido
nos trepamos en él a las 5.30 de la tarde.
Y bajamos entre el jirón Junín y Carabaya.

El urbanito volteó a la derecha rumbo
al Rímac hasta tomar la avenida Malambo
o Pizarro, en Portada de Guía
que fue el cementerio de los tranvías limeños
y del urbanito a su última morada del
tranvía cinco esquinero.

No hay nada más implacable
que el tiempo y no quiero ni mirarme
al espejo, porque, no me reconocería,
el tiempo es cruel con nosotros mismos.

Nuestro Barrio que era el alma
de los Altos de Lima, el sentir
bohemio sentimental del criollismo limeño,
ahora sólo quedan malosos, haraganes,
tampoco hay cantantes, pero si, muchos asaltantes.

Mi barrio esta como yo, solo.
La farmacia Cinco Esquinas, el Club
Atlético Lusitania, el bar del Chino Ueso,
la Anticuchería de Joselito, todos estos lugares
están tapiados, sólo hay soledad y olvido.

Los árboles frondosos de ficus que habían
en la calle Coata que iban hasta
la calle Ancha, sólo está en nuestras mentes
los amigos, unos han inmigrado, otros
se han mudado a otros barrios lejanos.

Nuestros colegios Republica de Nicaragua
El Ramón Espinoza, el portero Guanilo el que nos
vendía los panes con mantequilla de ida y vuelta
nunca se borrarán de nuestras mentes.

Otras gentes vendrán a ocupar
Nuestros Barrios Altos, tenemos
que ser consecuentes con el tiempo
que es como el Sol, que con su fuerte calor lo borra todo
y el manto del olvido, nos ha cubierto sin piedad.

Elsa, solo nos queda caminar
agarrados de la mano desde
la calle Ancha, por todo Junín
voltearemos a la izquierda
al llegar a la Catedral de Lima
allí volvernos a jurarnos, hasta que
la muerte nos separe.